Hace una semana que vengo queriendo compartir esta historia
en el blog, pero las circunstancias (unos padres convertidos en Willy Fog y Rigodón
y una abuela que necesita que la cuiden) me lo han impedido, pero ahí va:
Digamos que una noche sin sueño navegando infructuosamente
por meetic, un premiun (con los que puedo hablar) me manda un mensaje de chat.
Yo miro el perfil y le meto en el saco de los “quemados” dolidos pero buscando
sin perder la esperanza. A pesar de ello, lo que escribe está bien escrito y
tiene sentido, así que le contesto. Y hablamos. Y le doy el Messenger. Y no
volvemos a hablar.
Digamos que un sábado en el que estoy que me bailo, mi amiga
Dulce (el último baluarte de las casi solteras de mi alrededor) no se quiere
quitar el chándal y adentrarse en la jungla y yo me resigno a quedarme en casa
y ver una peli acompañada de Oshún y una mahou (o más).
Pero digamos que antes de acometer el plan, el premiun (a
partir de ahora, Stan) aparece en el Messenger y me pregunta qué tal el fin de
semana:
- Pues nada. Mi amiga no sale, así que me quedo en
casa. ¿Y tú?
- Yo también estoy sin plan. Si quieres podemos
hacer algo juntos.
- … Vale.
Y así de fácil y así de tonto quedo con un completo
desconocido en un bar conocido de mi barrio. En vaqueros, camiseta y casi sin
pintar. Nos contamos la vida, nos bebemos un tercio y me coge la mano. La mano.
Me he llegado a morder los labios al ir a gritar el nombre de alguien en la cama
porque no estaba segura de saber cómo se llamaba. Pero la mano… La mano son
palabras mayores. La mano no se le da a cualquiera.
Y yo no sabía dónde ponerla. Si soltaba para comerme una
galletita, en cuanto la dejaba quieta la volvía a agarrar, aunque me hubiera
chupado los dedos a conciencia y a propósito. Y no es que el chico no fuera
majo, que lo es, pero no.
Recuerdo que hace un año me colé hasta los higadillos por un
alumno. Un día al ir a darle un boli le rocé accidentalmente un dedo y fue como
si me hubiera dado calambre. Tuve que concentrarme para seguir hablando y que
no se diera cuenta de que el mundo se había parado un instante, y que todo iba
con un segundo de retraso.
Y Stan me acaricia la mano y yo me la quiero amputar rollo
Saw: Pierdo un miembro pero soy libre.
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